Autobiografía lectora y escritora
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Nunca llegué a imaginar que mi gran pesadilla de niña, llegaría a ser una de las cosas que más me apasiona en este momento. Sufría mucho cuando me ponían a leer un libro, pues me cansaba y creía que era una forma de castigo. Mi papá creyó que aprendiendo a comprender más rápido lo que querían decir los libros, podría llegar a apasionarme por ellos.
Por esta razón decidió inscribirme a Técnicas Americanas de Estudio, donde me ponían como tarea leer 20 minutos diarios. Esos veinte minutos para mi eran “horas” que podía estar gastando en juegos, baile o canto.
¡Cómo odiaba leer! Los libros eran mis peores enemigos y sentía que se burlaban de mí con cada hoja que, de mala gana, iba pasando.
Tiempo después comencé a entender un poco más los libros; ya no parecían ser mis enemigos. Al contrario, parecía como si se hubiesen reconciliado conmigo. Cada vez iba teniendo más amor a la lectura. Comencé a descubrir nuevos mundos, llenos de aventura y diversión.
A veces pienso que el hecho de que ya no me obligaran a leer había despertado en mí, el comienzo de una búsqueda hacia otra visión sobre los libros. La mayoría de veces que escuchaba a las personas hablar sobre los libros, lo hacían de una forma tan pasional que me hizo pensar que quizás los del problema no eran los libros, sino yo.
Conforme iba pasando el tiempo comencé a darme cuenta de lo equivocada que siempre había estado respecto a la lectura. Cuantos más libros leía, más interés tenía en la lectura y también en la escritura. Pero todo comenzaría a tener un rumbo diferente cuando descubrí el mundo de la filosofía.
Esto se daría por mi cambio de colegio, en donde las humanidades juegan un papel muy importante. Mi profesor de filosofía, sería el encargado de hacer brotar un potencial que había dentro de mí y que yo desconocía. Así que comenzamos un proceso de escritura de ponencias para la participación en diferentes foros.
Cada vez que participábamos en un foro, mi escritura y compresión de lectura iba mejorando; me daba cuenta de lo mucho que se podía aprender de un libro. Después de un tiempo me di cuenta que amaba escribir, comencé a crear mis propios escritos sin la necesidad de que alguien me obligara a hacerlo. Desde entonces hago parte del grupo de amantes de la escritura y la lectura.